Restaurante El Encuentro
La silueta de la ciudad de Valencia se presenta ante nosotros, como un cúmulo de trazos y perfiles, donde abundan los tejados, torres, campanarios o cúpulas. Pero, vamos pacientemente a detenernos un poco más, y utilicemos nuestra memoria como una especie de lupa. ¡Aparecieron!, ahí están las veletas, advirtiéndonos de que hoy habrá levante. Volubles informadoras, que favorecidas por el viento escudriñan las compras que se hacen en el mercado.
A un lado, en el Mercado Central, la cotorra y el pez, y en el otro extremo, en la Iglesia de losSantos Juanes, el águila, portando un tintero, haciendo honor a San Juan Evangelista. Conocida popularmente como “El pardalot de Sant Joan”, esta veleta custodia bajo sus alas gran número de leyendas. Algunas de ellas, las cuenta nuestro célebre escritor Blasco Ibáñez en “Arroz y Tartana”.
En él, nos narra, como azotados por el hambre campesinos de otras provincias venían a Valencia buscando fortuna. A veces, en esos viajes, cargaban también con la esperanza de encontrar faena para sus hijos, bien fuera como aprendiz o como criado en alguna familia con abundantes caudales. Pero, cuenta la leyenda, que cuando la suerte no se ponía de parte del labrador, este tomaba una drástica medida.
El padre sentaba al chaval en las escaleras de la Lonja, y ahí lo ponía a contemplar “El pardalot de Sant Joan”. Cuando más embobado parecía, contemplando los giros en el aire de aquel águila tan poco común, el padre aprovechaba, y se escabullía entre el gentío, dejándolo allí, abandonado. Quizás, sin remordimientos, porque daba por hecho que era un buen camino para alcanzar la fortuna.
Son leyendas, que habitan en libros que hablan de nuestra ciudad. Historias que pasan de generación en generación, y que desde nuestro restaurante en Valencia, Restaurante El Encuentro, hemos querido compartir, haciendo un homenaje a este valenciano universal, y a la Plaza del Mercado, tan cercana a nosotros. Porque, como dijo Eduardo Galeano: “Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias”.
Restaurante El Encuentro